La instalación de este accesorio es cada vez más habitual en piscinas de pequeño tamaño. Son casos en los que el propietario no dispone de mucho espacio, con lo que no puede tener un tamaño muy grande y esto no facilita la práctica de la natación dentro de la piscina. Gracias al nado contracorriente nos encontramos con un sistema que ejerce una resistencia de agua a nuestro nado que nos impide en mayor o menor medida el avance dentro del agua pero que nos permite la natación continua en su interior.
Podríamos diferenciar entre la natación contracorriente para un uso “profesional”, más dirigido al entrenamiento, y la natación contracorriente para un uso “privado”, sin demasiadas pretensiones, más dirigida a la práctica de la natación pero sin excesiva energía. Ambas alternativas vienen determinadas por la potencia del equipo, así como por el número de toberas. Para el uso “profesional” necesitaremos más potencia del equipo y si es posible un par de salidas de agua en lugar de una sola. Para el uso “privado” nos bastará con un equipo estándar y una única salida de agua.
En relación a su instalación, generalmente se suele empotrar el equipo en una de las paredes de la piscina, con lo que resulta más fácil de realizar cuando se está construyendo la piscina. Otra alternativa, son los llamados equipos “mochila”, que son aparatos compactos que incluyen todo el sistema de funcionamiento del nado contracorriente, y que se adosan a la estructura de la piscina en función de las necesidades del propietario.